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Un festival con mucha vida

DJ Mag Latinoamérica presenció la cuarta edición del festival colombiano que albergo más de ocho mil personas...

Con la falta de propuestas respecto de festivales alternativos en el país cafetero desde hace ya varios años, algunas personas se preguntaban cuándo llegaría un festival con una visión como Lollapalooza, South by Southwest, o el mismo Festival Estéreo Picnic para apostarle sin miedo a bandas y artistas inalcanzables que, rara vez, aterrizan en la región noroccidental de Sudamérica. Fue allí cuando la promotora de eventos del Breakfast Club le apostó a la ciudad de Medellín para traer en el 2013 actos como Hot Chip en su formato DJ set, Mad Professor, Wolf + Lamb, Goldroom Live o Midnight Magic, entre otros, para impulsar el nacimiento del Breakfest Festival que, inmediatamente, se posicionó como el mejor festival alternativo de la ciudad, unificando la música, el arte, la moda y la naturaleza en un mismo lugar. Con una primera edición en el Club El Rodeo y tres ediciones continuas en el Parque Norte, los promotores han revolucionado la historia de los festivales en la capital antioqueña, generando un ambiente diferente, atrayendo todo tipo de público con el objetivo de oír a sus bandas y artistas favoritos en compañía de amigos y familia.

Para el momento en que llegamos al festival, la fila se extiende a más de 400 metros pero los asistentes y la energía a lo largo está bien activa, mientras se escucha cómo retumba la música del mainstage que, dentro de sus primeros actos, tiene a Saail, Señor Naranjo, Popstitute y Telebit. Todos ellos son los encargados de calentar la atmósfera del recinto mientras algunos juegos de diversión, como el Kamikaze o Mini Crash -carritos chocadores-, son el escape para pasarla bien antes de disfrutar de tus artistas favoritos. Por otro lado, el festival ofrece un lugar de ensueño denominado “Bosque”, un escenario camuflado entre árboles y un lago que, con el cantico de los pájaros que sobrevuelan la zona y la llegada de algunas garzas al lago, se dejan llevar por la brisa, los sonidos electrónicos, el frio, el calor y la voz de Alex Armes, uno de los mejores actos emergentes que debuta aquí con su formato live en el festival. Mientras tanto, esperamos la llegada de aquellos asistentes que preparan su mejor indumentaria para seguir a Tahmi, Nutab y Katío, los dioses ficticios que, entre máscaras, colores y stickers, van apareciendo en la entrada del festival, dando la bienvenida a una edición que luchó contra todo tipo de obstáculos para ofrecerle al Valle de Aburrá una experiencia imborrable.

Luego de que varios artistas como Dany F, Frente Cumbiero y Nuclear Digital Transistor marquen el inicio del festival, nos disponemos a conocer el predio por dentro, ver los mercadillos, las tiendas de comida y a la gente disfrutando de las activaciones de marcas mientras otros se congregan en grupo con los amigos, buscando un espacio ideal para disfrutar cada minuto del festival. A minutos de presenciar el set de Till von Sein -previo a su presentación, nos cuenta que en Colombia “el público sabe realmente cómo divertirse”-, él, al igual que los presentes, aprecia de principio a fin el escenario del “Bosque” manifestando lo cautivado que está por la atmósfera que allí se esparce de forma lenta, generando unión, paz y amor en la pista de baile. Complementando todo con sonidos folclóricos y latinos, “U n U” de von Sein va estructurando y diagramando el ambiente entre una línea de sonidos tech y deep, haciendo levantar las manos del público y dejando entrever las pulseras verdes y moradas que todos llevaban puestas. Una imagen agradable. Parece ser que todos los que ya se hacen presentes están metidos en la fiesta y lo estarán hasta el final. Las luces, que resplandecen en el escenario y se unen con las máquinas de humo, generan una capsula de viaje, sacando ese lado pachanguero y alegre con “Drum Jawn” de Underdog para una pista que conecta el estado de ánimo de los asistentes con sus voces quebrantes y beats hipnóticos entre soul y funk, dando abreboca a las percusiones del single “Cape Coast” del gestor de Keinemusik &ME. Un track que despierta ese animal interno que cada persona posee a través del signo zodiacal.

Llega el momento de una nueva acción. El escenario cambia de protagonista y la gente empieza a correr, alzar las manos y desinhibirse de todo para oír “No Eyes”, el track de Claptone que hace gritar y cantar a todo pulmón la lírica y groovy que inyecta Jaw, dejando que algunos grabarán ese momento de ver a su ídolo ahí al frente, bailando solo en el booth y mostrando su carisma con las manos arriba y aplausos que ocasionan una conexión espiritual entre el público colombiano. Ese que, en todo momento, se siente cautivado mientras el verde y amarillo apoyan el set de la mascará dorada, guantes blancos y sombrero negro. El lado instrumental de “Planet Rock”, la producción de Afrika Bambaataa y The Soul Sonic Force, genera el clímax de la noche junto con su propia producción, “Wrong”.

Mientras vemos a la gente conmocionada, abrazándose bajo los beats de Claptone, en el mainstage todos mueven el cabello de forma desenfrenada, gritando cada canción sin importarle si van a perder la voz. Es que no tienen otra opción: el grupo mexicano Molotov arribó con canciones como “Gimme Tha Power” o “Puto” que desempolvaban ese lado eléctrico, agudo y potente de la banda. Quince minutos antes de cerrar su show, fascinan a los presentes, aparece el logo de la agrupación anunciando la llegada de “Frijolero”, una de las canciones insignias que estimula euforia. Además, Micky Huidobro, decide dedicarle la canción a Donald Trump, dejando que el escenario se pintará de verde, blanco y rojo, generando memoria y alegría en las personas que crecieron con la música de la banda.

Después de una dosis no electrónica, con el público enérgico y la tensión a flor de piel, volvemos al “Bosque”. Allí, aparece el trío francés dOP con un beat contagioso, muy bien presentado, y una excelente puesta en escena que reúne todas las características necesarias para hacer de este gran

proyecto un show de libertinaje, dejando que Jonathan Illel cante “Close Up” mientras Clément Aichelbaum y Damien Vandesande provocan, desde su lugar en la cabina, un frenesí con canciones recientes como “Email From a Beetle”, lanzando todo a través de sus máquinas, entrelazando los sonidos con líneas de bajos y percusiones profundas, simples e íntimas, para tener un contacto familiar con el público y transmitir una sinergia experimental, explotándola con “Panopeeps” de Kaos.

Siguiendo la batalla para oír cada propuesta, nos sentimos atraídos por los rugidos que emanan del mainstage con la presencia de Capital Cities, uno de los headliners que entregan todo su calor a las personas que han viajado desde todos los rincones del mundo para bailar, llorar e irse felices luego de verlos tocar sus canciones más exitosas. Aunque faltan varios minutos para oír al alemán Paul Kalkbrenner, decidimos hacer una pequeña retirada y echar un vistazo al set de Designer Drugs, quienes ya terminan su presentación, dejando las vibras del público en un nivel alto para esperar la llegada del artista electrónico alemán.

“Todos mis amigos coinciden en que Colombia es una escena vibrante, situada en un hermoso país”, recordábamos las declaraciones del artista encargado de cerrar el festival mientras lo veíamos, sin miedos, arrasar con su elegante, estimulante y optimista pista “Cloud Rider” mientras hacía gritar a la gente y seguir ese vibrante y sentimental ritmo que tiene el finísimo track. La gente sabía que iba oír gran parte de su álbum “7” -su último trabajo de larga duración- o hits como “Sky and Sand”, que sonaba y provocaba llantos y abrazos entre la multitud, demostrando lo emotiva que es la música y la conexión que se puede generar sin importar los ideales de cada persona. El público entiende a la perfección el live del alemán y lo disfruta como si fuera el fin del mundo. Paul no descansa y sigue soltando tracks hipnóticos, como su quebrante producción “Let Me Hear You (Scream)”. Él tiene clara la historia que quiere contar con su música y por eso el público lo ama y lo sigue. En ese momento, entendemos que es hora de disfrutar los pocos minutos que quedan del festival y decidimos adentrarnos entre la multitud, dejándonos llevar por el ímpetu de aquellas personas que anhelan llegar a la tarima.

Está claro que el Breakfest propone una reunión de artistas y géneros ricos, con una interesante mezcla entre talentos reconocidos y emergentes que, el día de mañana, serán los que representarán la escena nacional del país. Desde DJ Mag Latinoamérica esperamos volver el año próximo a disfrutar, una vez más, el festival que quiere que las montañas sigan sonando.

Crónica para la edición #12 de DJ Mag Latinoamérica. https://issuu.com/djmagla/docs...